Creatividad

Lo que quiere el cliente VS lo que necesita el cliente (Spoiler: nunca es lo mismo)

¡Hola, hola! Qué alegría tenerte por acá de nuevo.Hoy vengo con café en mano (sí, del bueno) y con uno de esos temas que hay que hablarlo, sin tanto filtro: lo que los clientes creen que quieren vs. lo que realmente necesitan. Porque te digo algo desde ya, entre nosotros… eso nunca es lo mismo. Todo empieza con esa reunión clásica con el cliente. Sonrisa de lado y lado, buen ambiente, y de pronto, esa frase que se repite más que el café de las 4: “Necesito algo sencillo, que impacte, que conecte, que se viralice y que no se vea muy producido, algo bien orgánico”. Y claro, ahí estamos nosotros, anotando con toda la atención, asintiendo con entusiasmo… y por dentro pensando: “Esto va para largo”. Porque sí, lo que el cliente dice que quiere puede sonar clarísimo, pero lo que realmente necesita, casi nunca está en esa primera frase. Y ojo, no es por mala intención ni por falta de visión. Es que muchas veces se está pidiendo una pieza puntual, un carrusel, un video, un reel, un post para ya,  que responde a un síntoma, no a la raíz del asunto. Detrás de ese pedido puede haber una necesidad mucho más profunda: un objetivo que no se ha dicho del todo, una inseguridad, una urgencia o simplemente una sensación de que algo no está funcionando del todo. Y ahí es donde nosotros entramos a hacer lo que de verdad sabemos hacer: escuchar de verdad. Escuchar más allá de lo que se dice. Empezamos a leer entre líneas. Cuando alguien dice “quiero más likes”, sabemos que eso en realidad significa “quiero que mi marca conecte con más personas, que se sienta viva”. Cuando alguien dice “quiero que se vea bonito”, puede estar buscando transmitir profesionalismo, coherencia, fuerza de marca. Esas cosas que no se dicen tan fácilmente, pero que sí se sienten. Muchas veces la gente piensa que trabajar en una agencia es solo ejecutar lo que te piden. Pero acá, en Pombo, no funcionamos así. Nos tomamos en serio el rol de ser aliados, no simples proveedores. Y eso implica decir que no cuando hay que decirlo. Implica hacer preguntas incómodas. Proponer rutas distintas. Y sí, también implica invertir más tiempo en pensar y menos en reaccionar. ¿Te cuento un par de ejemplos? Hace poco, un cliente nos pidió algo simple: un flyer. Pero al escucharlo, al hacer las preguntas correctas, entendimos que había una oportunidad más grande. Le entregamos el flyer, sí, pero también un marco estratégico y varias piezas que derivaban de ese mismo mensaje, pensadas para otros canales y públicos. El resultado fue más recordación, más tráfico y un cliente que terminó diciendo: “Esto era justo lo que necesitábamos”. Otro caso: una marca nos pidió un video para lanzar un producto. Uno solo. Corto. De expectativa. Terminamos construyendo un personaje, una serie de microhistorias, y una narrativa con la que conectaron tanto, que terminó convirtiéndose en parte de su identidad digital. ¿Fue más trabajo? Sí. ¿Fue más estratégico? También. ¿Funcionó? Rotundamente. Y no es que estemos en contra de los videos de 30 segundos o los flyers, para nada. Pero creemos que cada encargo merece una pausa antes de la ejecución. Una conversación. Una mirada más profunda. Porque al final del día, el verdadero valor no está solo en entregar lo que se pide, sino en entregar lo que realmente transforma. Y todo esto, claro, parte de algo fundamental: la confianza. La de quien se atreve a decir lo que siente. La de quien escucha sin necesidad de tener la razón. La de quienes saben que construir algo bien hecho toma tiempo y requiere de una relación donde se puede hablar con honestidad. En Pombo, no ejecutamos briefs al pie de la letra como si fuéramos máquinas. Los entendemos, los cuestionamos, los enriquecemos. Y solo así logramos campañas que conectan de verdad. Porque ahí, justo ahí, es donde ocurre la magia. Gracias por llegar hasta acá. Te prometo que en la próxima seguimos conversando de esto que tanto nos apasiona. Espero que no sea con un café, sino un buen vino. Nos encanta escucharte. Y más aún, sentirte.

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LAS EMOCIONES TAMBIÉN SON ESTRATEGIA (SÍ, SENTIR ES PARTE DEL PLAN)

Ya llevamos dos artículos conversando, y la verdad, me encanta que sigas por acá. Me gusta poder contarte anécdotas, aprendizajes, errores (que también enseñan) y esos pensamientos que se nos cruzan mientras hacemos lo que más nos apasiona. Hoy estoy un poco más reflexivo, lo admito… y quería hablarte de algo que en Pombo vivimos muy de cerca. Y si trabajás en este mundo del marketing o la comunicación, seguro que a vos también te ha pasado. Antes de que aparezca la pauta, el diseño impecable o el copy perfecto, pasa algo más. Algo que no está en el brief, pero que cuando aparece… se siente. Es como ese escalofrío que recorre el cuerpo cuando una idea te toca.Ese algo que no sabes explicar, pero que te mueve por dentro.Ese nudo en la garganta cuando una historia se parece demasiado a la tuya.O esa carcajada espontánea que te lleva a compartir un video sin pensarlo. Eso no es casualidad. Eso es estrategia emocional. Y sí, aunque suene raro, sentir también es parte del plan. Porque, seamos sinceros: las decisiones no siempre nacen desde la lógica.Puedes tener la campaña más linda, perfectamente segmentada, con el presupuesto ideal… pero si no provoca nada, se pierde. A nosotros nos ha pasado muchas veces. Ideas que nacen en una conversación casual. Frases que aparecen de golpe y hay que correr a anotar antes de que se esfumen. Insights que nos han hecho llorar (de verdad) y otros que nos han hecho reír hasta las lágrimas. Y cuando eso pasa, el equipo se mira y dice: “Acá está.” No suena a marca. Suena a persona. Muchas marcas todavía creen que lo emocional es algo blando, difícil de medir, medio etéreo.Pero te lo digo con total certeza: las campañas que más resultados han dado a nuestros clientes han sido las que conectaron emocionalmente. Las que apelaron a la nostalgia con intención.Las que se expresaron con autenticidad. Las que no buscaron la perfección, sino la verdad. Y sí, usamos inteligencia artificial. Claro que sí. Nos encanta. Nos ayuda a analizar, a automatizar tareas, a optimizar tiempo. Pero hay algo que nunca vamos a delegar: el toque humano. La IA puede escribir diez versiones de un texto. Pero solo vos sabés cuál de esas versiones realmente te mueve. Y ahí entramos nosotros. Usamos la tecnología, sí, pero para crear humanidad. En Pombo, cada vez que empezamos un proyecto, nos hacemos una pregunta muy simple (pero muy poderosa): ¿Qué quieres que sienta tu cliente cuando se encuentra con tu marca? Desde ahí parte todo.Pensamos como personas, no como cargos.Elegimos palabras que toquen.Revisamos si lo que hicimos realmente se siente.Y si no, volvemos a empezar. Con intención, con propósito, sin miedo. Antes de cerrar, quiero decir algo fuerte (y que me gustaría tener pegado en la pared con letras enormes): Emoción no es improvisación. Una campaña emocional no es un “me salió bonito”.Es observar, escuchar, entender al otro de verdad. Porque en este mundo que va tan rápido, donde el scroll nunca se detiene, lo único que logra que alguien se quede… es lo que le hace sentir algo. Así que la próxima vez que te sientes a pensar una campaña, no empieces por el “¿qué quiero decir?”.Mejor preguntate: “¿Qué quiero que sientan?” Y si tenés clara esa emoción… todo lo demás fluye. En Pombo lo tenemos claro:Sentir también es estrategia. Y lo que se siente de verdad… no se olvida jamás. ¿No te parece? Te mando un abrazo grande, y te dejo con esta invitación: ¡Sigamos creando cosas que despierten emociones! No veamos a las personas como datos. Ese es uno de los errores más grandes que podemos cometer. Y este cierre ya me dio el tema para el próximo artículo. Pero si hay algo que te gustaría que hablemos, escríbenos.Nos encantaría escucharte. O mejor dicho… sentirte.

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CÓMO LA BUROCRACIA PUEDE MATAR LA CREATIVIDAD

¿Alguna vez has tenido una idea increíble, de esas que te emocionan, que ya te imaginas en grande… pero cuando finalmente sale a la luz, ya no se parece en nada a lo que soñaste? Bienvenido al mundo de la burocracia creativa.  Ese lugar donde las ideas entran llenas de magia y salen como un Frankenstein de opiniones, ajustes y revisiones sin fin. Donde lo que era emocionante y audaz se convierte en algo tibio, inofensivo y, a veces, hasta irreconocible.  Y sí, en una agencia la rapidez y la libertad son clave, igual de importantes que el café de la mañana. Pero cuando la burocracia se mete en el camino, todo se vuelve más lento, más complicado y menos emocionante. Al final, los clientes se cansan de esperar, los proyectos pierden impacto y los creativos terminamos frustrados.   Esto pasa porque la burocracia odia el riesgo. Los creativos no.  Nosotros nos lanzamos al vacío, exploramos caminos nuevos, buscamos sorprender. Pero cada filtro burocrático es una capa más que le quita brillo a la idea. Cada persona que opina le pone su toque, y cuando demasiadas manos intervienen, el resultado final ya no se parece a lo que imaginamos. Pero ojo, no todo está perdido. No hay que resignarse a que esto sea siempre así. Hay formas de ganarle a la burocracia y hacer que las ideas mantengan su esencia. Aquí van tres estrategias para lograrlo.   1. Atrévete a ser autónomo  No esperes que todas las decisiones vengan desde arriba. Defiende tu idea, toma acción y muestra resultados pequeños pero rápidos. Mientras más ágil seas, menos oportunidad tendrá la burocracia de frenarte.  2. Rompe las cadenas  Si un proceso no aporta valor, cuestiónalo. La creatividad necesita fluir, no hacer trámites. Menos pasos, más ideas.  3. Convierte el fracaso en aprendizaje  Si queremos ideas arriesgadas, tenemos que aceptar que no todas van a funcionar. Y está bien. Cuando la agencia entiende que fallar también es parte del proceso, las ideas tienen más espacio para crecer.   Aquí creemos en la valentía de las ideas y en la fuerza de la acción. Porque la burocracia puede ser un obstáculo, pero no es invencible. Con confianza, determinación y un poco de rebeldía, se puede defender la creatividad y hacer que las ideas brillen como deben.   Así que ya sabes, la próxima vez que sientas que tu idea está pasando por demasiadas manos y perdiendo su esencia, párate firme y defiéndela. No todas las ideas necesitan una junta directiva para existir. Las mejores ideas son las que se atreven, las que nacen con fuerza y llegan lejos porque alguien creyó en ellas. Si tú no las proteges, nadie más lo hará. Menos papeleo, más acción. Menos miedo, más creatividad. Ahora sí, sal y haz que pase.

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